Hoy tampoco desayunaste, te levantaste tarde, te acostaste tarde… como te ibas a levantar temprano si estudiaste hasta las dos… te vas a joder durmiendo dos horas diarias. Pero quién se interpone entre el estudio y tú… teléfono, llaves, plata y esa maleta ya desgastada por el peso de las obligaciones. Qué extraño es salir cuando aun está oscuro, algo nos dice que deberías estar en cama, que te han robado un fragmento de la noche…
Cinco y veinte de la mañana y no hay una silla para ti… todos con el cabello reluciente, con ojos perezosos y cejas angustiadas. Ahora entiendes cómo alguien puede quedarse dormido de pie…se te escapa una mueca… un intento de sonrisa. Ya es tiempo de bajar, nadie sede un centímetro como si te quisieran hacer presa de su viaje… es difícil despegarse de eso que con el tiempo y la modorra se ha convertido en un cúmulo de borregos rumbo al sistema.
Finalmente empieza la caminata –yo pensaba que era un exceso– tu decías que te ayudaba a pensar, a preparar las clases. Después de dos años la señora del jugo debajo del puente, el señor que corre sin medias y el perro negro con el pecho blanco son conocidos, acaso familiares, rutinarios.
El semáforo de la 104… pero ya no estoy ahí, ya no es nuestro. El camino ahora es una excusa, aprovechas para tirar las partes que te quedan de mí; así como lo hiciste con él. El amor se te presentaba de tantas formas que empezaste a desdeñarlo...
F se levanta, F va a trabajar, F lucha contra el peso de su infancia, F llega temprano siempre, F asesina a su padre, F necesita caminar.
Cómo te asquean los hombres que pasan y te miran… como si tuvieras tiempo para esa mierda, como si no tener un falo te confiriera menos respeto… tu pensando cómo explicar sucesiones o esas equis que tienden a infinito… y rodeada de tanta mierda…como si tus demonios no fueran suficientes.
El reloj marca las 6:10, puedes relajar el paso, tus pies te lo agradecerán en la tarde. Tus pies…tus pies ásperos, ya con cayos… te quitaste las medias hasta los dos meses recuerdas? Entonces me mostraste tu esfuerzo, tus logros, tus lágrimas y te amé para siempre.
Te gusta este camino porque te aleja del trabajo…algo así como lo que decía Zenón y pueda que nunca llegues...corrígeme tú conoces perfectamente a Zenón… Que el infinito entre tú y la casa blanca te distancien para siempre… el camino es una excusa, ese fragmento de ciudad es un refugio, es el punto muerto del día para soñar…despierta porque no hay ni tiempos ni energías para soñar en cama.
Paulatinamente las calles forman el inexpugnable embudo que te empuja al trabajo, al “inicio”, a “lo que se debe hacer”, al actuar “responsablemente”, al dejar la vida atrás, el sentir atrás, el dolor atrás.
La casa blanca cubierta de tierra se hace cada vez más grande, el vaho que crean la cera roja y el humor de cada infante obligado a despertar te dan la bienvenida.
Cinco y veinte de la mañana y no hay una silla para ti… todos con el cabello reluciente, con ojos perezosos y cejas angustiadas. Ahora entiendes cómo alguien puede quedarse dormido de pie…se te escapa una mueca… un intento de sonrisa. Ya es tiempo de bajar, nadie sede un centímetro como si te quisieran hacer presa de su viaje… es difícil despegarse de eso que con el tiempo y la modorra se ha convertido en un cúmulo de borregos rumbo al sistema.
Finalmente empieza la caminata –yo pensaba que era un exceso– tu decías que te ayudaba a pensar, a preparar las clases. Después de dos años la señora del jugo debajo del puente, el señor que corre sin medias y el perro negro con el pecho blanco son conocidos, acaso familiares, rutinarios.
El semáforo de la 104… pero ya no estoy ahí, ya no es nuestro. El camino ahora es una excusa, aprovechas para tirar las partes que te quedan de mí; así como lo hiciste con él. El amor se te presentaba de tantas formas que empezaste a desdeñarlo...
F se levanta, F va a trabajar, F lucha contra el peso de su infancia, F llega temprano siempre, F asesina a su padre, F necesita caminar.
Cómo te asquean los hombres que pasan y te miran… como si tuvieras tiempo para esa mierda, como si no tener un falo te confiriera menos respeto… tu pensando cómo explicar sucesiones o esas equis que tienden a infinito… y rodeada de tanta mierda…como si tus demonios no fueran suficientes.
El reloj marca las 6:10, puedes relajar el paso, tus pies te lo agradecerán en la tarde. Tus pies…tus pies ásperos, ya con cayos… te quitaste las medias hasta los dos meses recuerdas? Entonces me mostraste tu esfuerzo, tus logros, tus lágrimas y te amé para siempre.
Te gusta este camino porque te aleja del trabajo…algo así como lo que decía Zenón y pueda que nunca llegues...corrígeme tú conoces perfectamente a Zenón… Que el infinito entre tú y la casa blanca te distancien para siempre… el camino es una excusa, ese fragmento de ciudad es un refugio, es el punto muerto del día para soñar…despierta porque no hay ni tiempos ni energías para soñar en cama.
Paulatinamente las calles forman el inexpugnable embudo que te empuja al trabajo, al “inicio”, a “lo que se debe hacer”, al actuar “responsablemente”, al dejar la vida atrás, el sentir atrás, el dolor atrás.
La casa blanca cubierta de tierra se hace cada vez más grande, el vaho que crean la cera roja y el humor de cada infante obligado a despertar te dan la bienvenida.